Abrazo a mi nieto

Hoy abracé al nieto
Que nunca nació
Ya no subirá en mis rodillas
Ni sentiré su mano buscando las mías
No escucharé sus risas
No me pedirá juguetes
Ni historias para dormir
Había un vacío enorme entre los brazos
Ancho como el mar imposible de llenar
Ella era joven, Un gorrión asustado
En jaula demasiado estrecha, lo sé,
Sin saber que hacer ni como volar
Y yo no hice nada
Una línea de vida se rompió de repente
Hoy lloré sin saberlo por los tres
Y las lágrimas calentaron
Helados desiertos
Inquietos y vastos
Él descansó en Dios
Mi alma cerró una herida desconocida
Salió el sol
Corrió suave la brisa
Llegó la paz sin llamarla.


Entrado ya en sus 60 años, L. es padre de cuatro hijos, y un abuelo feliz. Hace un tiempo sufrió, como también lo hizo su hija, la pérdida de un nieto que no pudo nacer. Pasaron los años y pudo rencontrarse espiritualmente con su nieto, al que logró abrazar y dedicarle esta poesía tan sentida.