En medio de un cambio laboral que lo obligó a establecerse fuera de la ciudad, Luis supo que su novia se había quedado embarazada y abortado. A pesar de que estaban atravesando una crisis de pareja, Luis reconoce que quería seguir adelante con ese embarazo. El dolor y la culpa lo persiguieron durante mucho tiempo preguntándose: "¿Por qué me fui?". Fue un padecimiento solitario, donde no tenía con quién exteriorizar sus emociones ni con quien "llorar la muerte de su hijo", tal como él lo indica.
La situación lo llevó a contactar a alguien en Proyecto Esperanza. Hoy siente que ha podido expresar un sufrimiento guardado por años y de algún modo está "más tranquilo porque cada paso que da siente que no va solo". Él pudo perdonarse y muchas veces se imagina caminando de la mano con su hijo, y eso le da fuerzas para seguir.
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¿Por qué me fui?
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